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viernes, 13 de septiembre de 2013

La Guerra Civil Española (2ª parte). El desarrollo bélico

Desde las elecciones de las elecciones de febrero de 1936 existían rumores de un golpe de Estado. El gobierno presidido por Casares Quiroga, consciente del descontento militar, cambió el destino de algunos generales, y envió a Franco a Canarias, Goded a Baleares y Mola a Pamplona. Este último, en el reducto de los carlistas, se convirtió en el director de la conspiración, aunque el jefe supremo del alzamiento era el general Sanjurjo, que se encontraba en Portugal desde 1932. El general Emilio Mola se encargó de organizar a todas las fuerzas contrarias al gobierno republicano para llevar a cabo el levantamiento. Franco se encontraba en esos momentos en un segundo plano y no había dado aún su consetimiento y apoyo al plan.

En la tarde del 17 de julio se adelantó el levantamiento en Melilla, debido a las órdenes recibidas desde Madrid. Las fuerzas del tercio y de regulares se pusieron en camino para ocupar la ciudad. El teniente coronel Yagüe, por su parte, ocupó Ceuta con la Legión; Franco, en Las Palmas, recibió noticias de los sublevados la madrugada del 17 al 18. A las pocas horas salió hacia Tetuán, donde llegó el 19 para tomar el mando del ejército de África, tal y como había sido acordado. La rebelión se extendió rápidamente por la Península en los días 18 y 19 de julio.

General Sanjurjo.
El día 17 se reunió el Consejo de ministros presidido por Casares Quiroga y fue informado de la sublevación en melilla, pero no se tomó ninguna decisión al respecto. Al día siguiente la noticia saltó a la prensa; mientras tanto, el jefe de Gobierno se negaba a dar armas a la población, como exigían los sindicatos y los partidos obreros, y ese mismo día presentó su dimisión.

Paralelamente, el PCE y el PSOE movilizaron a sus militantes para combatir sublevación. Parece que Azaña creía en la posibilidad de una negociación con los militares sublevados, para lo cual, el gobierno, presidido ahora por Martínez Barrio, estableció contactos con los generales Mola y Cabanellas, aunque sin obtener resultados.

El día 19, el presidente de la República, Manuel Azaña, encargó a José Giral la formación de un nuevo gobierno; Giral decidió la entrega de armas a la población. El gobierno carecía de control sobre el país en esos momentos y muchos lugares habían caído en poder de los sublevados, la s zonas leales a la República estaban en manos de los comités creados por el Partido Comunista, el Partido Socialista y por sus Juventudes, que fueron los que organizaron las primeras milicias.

Manuel Azaña.
En Sevilla, el general golpista Queipo de Llano consiguió dominar la ciudad después de vencer la resistencia de las fuerzas de asalto, que defendían la República, junto con miembros de organizaciones obreras a los que se habían entregado armas. desde ahí, la sublevación se extendió por Andalucía occidental.

En Madrid, el día 20, las fuerzas leales al Gobierno y las milicias sofocaron el levantamiento con la toma del Cuartel de la Montaña, en el que se habían atrincherado los rebeldes. La sublevación, en cambio, había triunfado en Alcalá de Henares y en Guadalajara; en Toledo, el coronel Moscardó se hizo fuerte en el Alcázar con un grupo de cadetes, guardias civiles y falangistas, mientras que el resto d la ciudad fue tomado por las milicias; en Barcelona, el día 18, se produjeron enfrentamientos armados entre los militares sublevados, dirigidos por el general Goded, y las fuerzas leales a la República junto con las organizaciones obreras. Al día siguiente, estaba claro el fracaso del levantamiento en Cataluña.

Los primeros días de lucha fueron clave para decidir el apoyo de la flota y de la aviación a uno u otro bando. Esta última se mantuvo leal a la República casi en su totalidad. En la flota, la lucha entre sublevados - la mayoría de los oficiales - y los leales - marinería - fue mayor. Todos los buques importantes quedaron del lado de la República, peor en manos de comités de marinos, sin oficialidad. Fondeados en la ciudad de Tánger, controlaron el estrecho e impidieron el desplazamiento de Franco a la Península.

Voluntarios nacionalistas en Zamora.
La sublevación tuvo éxito en Castilla y León, y en parte de Aragón; allí donde triunfaba, los sublevados declaraban el estado de guerra y los sospechosos de republicanismo eran detenidos o ejecutados. Los rebeldes dominaron 29 capitales - las de Galicia, Castilla y León, Aragón, Andalucía occidental, Cáceres, a Navarra, La Rioja, Canarias, Baleares, excepto Menorca - y el norte de África. Los "nacionales", controlaron las provincias de economía menos desarrollada, de base agrícola fundamentalmente cerealista. Son las zonas en que la derecha política ejercía un dominio total sobre el resto de la sociedad y el movimiento obrero tenía menos fuerza; once millones de personas vivían en la llamada "zona nacional". Hay que destacar que los sublevados dominaban la mayor parte de la frontera portuguesa, por donde recibirán una gran cantidad de ayuda durante la contienda.

La sublevación fracasó en el resto de las capitales -21-, entre ellas toda la zona de Levante - Cataluña, Valencia, Murcia -, parte de Aragón, Andalucía oriental, Castilla - La Mancha, Badajoz, Madrid y en el norte del país - País Vasco, Cantabria y Asturias -. La República controlaba la zona del país más productiva, la más poblada, la que tenía una mayor conciencia de clase y, por lo tanto, la que se encontraba más politizada. Mantenía en su poder la producción industrial - industria siderúrgica del norte y de Sagunto, minas... - y el oro del Banco de España, además de contar con el apoyo, casi total, de la marina y de la aviación.

La zona que permanecía en poder gubernamental se extendía principalmente por la frontera con Francia, la costa mediterránea y la mayor parte de la costa cantábrica. Unos catorce millones de habitantes habitaban la zona republicana.

Franco junto a su Estado Mayor en el Cuartel General de Cáceres.
Pasados estos primeros días, del 17 al 21 de julio del 1936, y debido a la situación de equilibrio entre el Gobierno y los sublevados, se pone fin al gol militar o pronunciamiento y empieza la guerra. El fracaso de los rebeldes en los puntos clave o más importantes del país desde el punto de vista económico o estratégico consolida los dos bandos y ambos frentes: los sublevados no consiguen tomar el poder y derrocar al gobierno legalmente establecido, ni este consigue sofocar el levantamiento.

Ambos bandos comprenden que la sublevación no ha triunfado, pero los insurrectos controlan una parte importante del país y fuerzas suficientes para intentar mantenerse en la lucha y no retirarse a pesar de su fracaso inicial. Este hecho provoca la conversión del golpe en una Guerra Civil.

Como consecuencia, desde este momento se produce la división de España en dos zonas antagónicas. La ocupación de Extremadura pasa a ser una cuestión estratégica de primer orden con objeto de unir las dos áreas en que se encuentra dividido el territorio "nacional" y asimismo, la toma de Madrid se convierte en el objetivo estratégico más importante para los sublevados.

También podríamos establecer un equilibrio en lo referente a las fuerzas armadas que ambos bandos poseían a comienzos de la contienda. Permanecieron leales a la República unos 46.000 hombres, más otros 33.600 de las Fuerzas de Orden Público - Guardia Civil, de Asalto y Carabineros - y la casi totalidad de la aviación y de la flota, aunque esta sin la mayoría de sus mandos y, por ello, poco operativa. Pero contaron con el inconveniente de que una gran parte de los mandos del ejército se pusieron del lado de los sublevados; este hecho provocó que la República contara con un ejército sin oficiales y se viese obligada a improvisar su coordinación y formación.

Los sublevados disponían de 22 regimientos de infantería, 15 de artillería y 7 de caballería, lo que suponía alrededor de 44.000 hombres, más otros 31.000 de las fuerzas de orden público y otros 47.000 del ejército de África. Aunque el reparto de fuerzas sea parecido desde el punto de vista cuantitativo, es necesario aclarar el factor de desequilibrio que representó el apoyo a la sublevación de la totalidad del ejército del orte de África, ya que este era, sin duda, el mejor preparado.

Mapa de España de julio de 1936.
A nivel social y político, apoyaban a la República los grupos de izquierdas, que protagonizaron el gobierno de 1931 a 1936, y los partidos nacionalistas, ya que la única garantía para sus intereses era el triunfo de la República. Las fuerzas obreras y sindicales fueron la base de la defensa de la República en el momento de la sublevación, a través de la coordinación y la adscripción a las milicias de los numerosos voluntarios civiles.

El levantamiento fue apoyado por la Falange Española y de las JONS, partido que había aumentado notablemente sus efectivos desde las elecciones de 1936, y que, alistados en su milicias, aportó la mayoría de los voluntarios que apoyaron la sublevación. La Falange se encargó de ejecutar las represalias en la retaguardia y constituyó el embrión del Partido Único, creado por Franco en 1937.

También fue secundado por los carlistas que buscaban la posibilidad de una restauración monárquica en su línea dinástica. Las milicias carlistas, los requetés, desempeñaron un papel relevante en los primeros momentos de la guerra ya que, con su apoyo, Mola consiguió realizar la primera división del territorio republicano, al ocupar la frontera francesa en la zona del País Vasco.

La Iglesia prestó su apoyo al levantamiento desde sus inicios. Aportó la justificación ideológica del mismo al presentar el enfrentamiento no como guerra, sino como "cruzada libertadora contra el mal". El Vaticano fue uno de los primeros estados en reconocer oficialmente al régimen y al gobierno de Franco, en 1937.

Barricada levantada en las calles de Barcelona durante la sublevación militar.
Igualmente apoyaron el levantamiento políticos monárquicos, cedistas y financieros. En un principio no formaban parte de la primera junta militar ni de la Junta Técnica de Franco, pero realizaron una labor fundamental en los primeros años, pues inspiraron la legislación en la zona rebelde. Entre ellos destaca Serrano Súñer, encargado de modelar los órganos de gobierno y del Partido Único, o Juan March, financiero que consiguió apoyo económico para Franco, al movilizar en su favor a las principales instituciones de crédito internacionales.

Finalmente, conviene destacar que la población española se vio dividida en dos bandos, más en función de su lugar de residencia el 18 de julio, que como consecuencia de su propia ideología o de la toma de posición ante el enfrentamiento.

La Guerra Civil Española (1ª parte). Causas de la guerra

jueves, 12 de septiembre de 2013

La Guerra Civil Española (1ª parte). Causas de la guerra

Como en todo conflicto, las razones que impulsan una sublevación militar son múltiples y obedecen a varias causas y, en concreto, en el caso español son la consecuencia de una serie de problemas aún no resueltos desde principios del siglo XX.

El más importante de ellos es el problema social; las enormes diferencias de clase entre los trabajadores y los propietarios agrarios o industriales, que se traducen en unas pésimas condiciones laborales y de vida, sobe todo de los primeros. Los odios eran profundos y la lucha de clases se había radicalizado durante la segunda República, debido a las esperanzas de los trabajadores en las reformas - legislación laboral, reforma agraria - y a la tenaz resistencia de los propietarios ante cualquier cambio. El problema agrario, de forma especial, fue uno de los desencadenantes de la guerra.

Al conflicto social se añade el problema regional: la fuerza que habían adquirido, en las primeras décadas del siglo, los nacionalismos periféricos chocaba con la oposición de la derecha política y del ejército al Estado autonómico, iniciado en la Segunda República. La cuestión religiosa constituyó otra causa de conflicto, ya que dividió profundamente a la sociedad española. Por un lado, se encontraban los defensores de mantener la posición dominante de la Iglesia en la sociedad y, por otro, el anticlericalismo radical de los republicanos y del movimiento obrero.

Manifestación frente al antiguo Ministerio de la Gobernación, en 1934.
Los gobernantes de la segunda República no lograron dar solución a estos problemas. El maximalismo de algunos dirigentes de la izquierda llevó a situaciones sin salida. Ello desgastó a los verdaderos republicanos, asustó a la gran masa neutral y dio argumentos a los enemigos del régimen.

Por su parte, la derecha social y política se opuso con todas sus fuerzas a las reformas y, desde febrero de 1936, también al régimen democrático, que hacía peligrar su poder político y su predominio social, recurriendo al ejército y a la fuerza para poner fin a la experiencia democrática de la Segunda República. Además, para algunos militares, en España había una revolución marxista en ciernes; esto justificaba, para ellos y para la oligarquía, el levantamiento armado. El ejército tenía aún la obsesión de intervenir en política de forma activa por su creencia en una misión y en un deber que cumplir.

En definitiva, la guerra se debió a la confrontación entre los viejos grupos oligárquicos, y la pequeña burguesía y el movimiento obrero, que pedían la redistribución del poder mediante la aplicación de un sistema democrático con partidos políticos, autonomías y constitución. El intento de la República por modernizar el país reformando la sociedad y el Estado fue contrarrestado por una resistencia obstinada a cualquier cambio.

Barcelona, 1936.
La coyuntura internacional tampoco ayudó a solucionar los problemas, más bien contribuyó para engrandecerlos. La crisis de las democracias occidentales y el auge de los movimientos y regímenes totalitarios influyeron en el nacimiento de la guerra y en su desarrollo, pues propició el apoyo de los regímenes fascistas y de la URSS a alguno de los dos bandos enfrentados. El avance del fascismo tuvo dos consecuencias importantes en la política española. Por un lado, la fascistización de la derecha española, que se va a decantar mayoritariamente por el recurso a la fuerza y por el desprecio de la democracia como sistema político, y que se manifiesta en la fundación, en 1933, de Falange Española, principal partido fascista, y en la creación de las JAP - Juventudes de Acción Popular -, milicias de jóvenes de la CEDA, organizadas con modos y lenguajes fascistas.

Por otra parte, el temor del movimiento obrero a la implantación en España de un régimen fascista, por lo que se organizan militarmente con el fin de evitarlo mediante la revolución en octubre de 1934 y se crean milicias comunistas y socialistas, enmarcadas en las Juventudes Socialistas Unificadas - JSU -.

La espiral de violencia creció en los meses posteriores a la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936; el asesinato del teniente Castillo el 12 de julio por un grupo de falangistas y la muerte esa misma noche del líder derechista Calvo Sotelo por policías y guardias de asalto, como represalia por el fallecimiento de Castillo, marcaron el paroxismo de la violencia política. El gobierno de Casares Quiroga se vio impotente para detener los enfrentamientos entre milicias de izquierda y de derecha, y los militares conspiradores encontraron la excusa para inclinarse definitivamente por la sublevación en los días siguientes. El orden público, que desde el inicio de la Segunda República constituyó un problema para el régimen y que fue instrumentalizado por la derecha en detrimento del mismo, representó finalmente otro motivo para la sublevación.

La Guerra Civil Española (2ª parte). El desarrollo bélico

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La Antigua Roma: la Monarquía

La historia de Roma está dividida en tres periodos distintos, basados en diferentes formas de gobierno: la Monarquía, la República y el Imperio. El periodo en el que nos centraremos ahora es el primero de ellos, la Monarquía.


La Monarquía (753 - 509 a. de C.)

En la fundación de Roma la leyenda y la realidad se confunden. Según la leyenda, Roma fue fundada por Rómulo y Remo, descendientes del héroe griego Eneas, que llegó a Italia huyendo de Troya. Rómulo y Remo eran hijos de Rea Silvia, hija del rey de Alba; su madre los depositó en un cesto, sobre las aguas del Tíber, para librarlos de la persecución de su tío, que pretendía arrebatarles el trono de Alba. Así llegaron los dos hermanos al pie de la colina del Palatino, donde una loba los libró de la muerte, amamantándolos, y unos pastores los criaron.

Sigue la leyenda atribuyendo a Rómulo la fundación de Roma. Siguiendo una tradición etrusca, Rómulo marcó con un arado, conducido por un buey blanco, el surco sobre el que se asentarían las murallas de la futura ciudad (la Roma quadrata) y seguidamente dio muerte a su hermano, que se atrevió a desafiarle traspasando el surco.

Estatua que representa a Rómulo y Remo.
Según testimonios históricos, a comienzos del siglo VIII, Italia estaba poblada por pueblos diferentes: los galos habitaban el valle del Po, la Galia Cisalpina; los italiotas poblaban la Italia central; en el Sur, en la Magna Grecia, se habían instalado los griegos. En sus orígenes, Roma, un pueblo de pastores asentado en el Palatino, fue probablemente una colonia de Alba.

En el transcurso del siglo VIII a. de C. los etruscos se instalaron en las Siete Colinas y gobernaron la ciudad de Roma. La leyenda habla de la existencia de cuatro reyes en Roma antes de la llegada de los etruscos: Rómulo; Numa Pompilio, que dio a su pueblo las primeras ideas religiosas; Tulio Hostilio que luchó contra el reino de Alba y venció; y Anco Marcio, que fundó la ciudad de Ostia, a orillas del mar. Les siguieron tres reyes etruscos: Tarquino el Viejo, que construyó la primera cloaca romana, la Cloaca Máxima; Servio Tulio, que construyó una muralla alrededor de Roma y dividió a la población en clases de acuerdo con su riqueza, y Tarquino el Soberbio, que extendió el dominio de Roma sobre toda la región del lacio. El gobierno despótico de este último rey originó el levantamiento de los nobles romanos que, en el año 509 a. de C., lo expulsaron y establecieron la República.


Organización económico-social y política

La actividad económica de la Roma primitiva fue sobre todo rural. Bajo la dominación etrusca se desarrollaron el comercio y la metalurgia, aprovechando los abundantes recursos metálicos de la región.

La base de la sociedad etrusca era la familia; las familias que tenían un antepasado común se reunían en gentes (tribus); cada gens podía tener a su vez clientes, es decir, personas sometidas que prestaban servicios y obediencia a cambio de protección.

La población se dividía en dos grandes grupos:

Los patricios eran los únicos que tenían derechos ciudadanos; los que poseían el linaje (gens), base de su posición social y de su riqueza. 

Los plebeyos, miembros de la plebe, que carecían de todo derecho; podían convertirse en esclavos pro deudas.

Patricios y plebeyos.
Los patricios formaban la asamblea de los comicios curiados, que participaba en las tareas de gobierno, junto al rey. El Senado, asamblea de jefes de las principales familias, aconsejaba al rey en las tareas de gobierno.

Los reyes etruscos fueron monarcas absolutos, que además de las tareas de gobierno ejercieron las funciones de sumos sacerdotes y jueces supremos.

Los etruscos alcanzaron un desarrollo económico y cultural superior al del resto de los pueblos que entonces habitaban la península italiana. Fueron importantes constructores, como atestiguan sus obras de ingeniería y grandes orfebres. Entre las aportaciones etruscas a la cultura romana figuran gran parte de sus fundamentos religiosos y el arte religioso de la adivinación: los auspicios u observación de la conducta de los animales, ya que se pensaba que constituían presagios positivos o negativos que afectaban a las decisiones políticas. Los romanos heredaron también de los etruscos el uso del arco y de la bóveda en los edificios y el realismo en el retrato.

lunes, 29 de julio de 2013

Biografía de Oskar Schindler

No hace mucho tiempo vi por primera vez la película "La lista de Schindler", film dirigido por Steven Spielbierg, en el que se narra la historia de Oskar Schindler, el cual salvó la vida a más de 1.000 judíos polacos durante la II Guerra Mundial. Conmovido por esta fenomenal película y por la obra de Oskar Schindler, creo que es una buena oportunidad para que conozcáis su biografía.


     Biografía

Oskar Schindler (Svitavy, Imperio austrohúngaro, 28 de abril de 1908 - Hildesheim, Alemania, 9 de octubre de 1974) fue un industrial hombre de negocios y héroe alemán que salvó a unos 1.200 judíos del holocausto nazi, contratándolos en su fábrica de artículos para la Wehrmacht, situada en la actual Polonia. Le fue concedido el reconocimiento del gobierno de Israel como "Justo entre las naciones".

Nació en una familia alemana en Zwittau, Moravia (actual Svitavy), Bohemia. Su familia era rica y católica, dedicada a los negocios, pero sufrió el hambre de la posguerra de la I Guerra Mundial y de la Gran Depresión. Durante su niñez y juventud tuvo entre sus mejores amigos a familias judías. A pesar de ello, él se afilió en 1930 al Partido Nazi por necesidad de oportunidades. Su hermana Elfriede, siete años menor, era próxima al partido.

Oskar Schindler.
     Durante la Segunda Guerra Mundial

Oskar Schindler fue un oportunista y hábil hombre de negocios y no ocultaba su afición por las mujeres, las fiestas y la vida bohemia. Estaba casado con Emilie, que a pesar de conocer la vida que llevaba su marido, le profesaba una profunda admiración y respeto. Fue reclutado por la SS como informante durante un tiempo, por tener contactos con comerciantes polacos y judíos adinerados, aprovechándose de ello para ganarse la estima de las altas esferas nazis. Los oficiales nazis veían en Schindler no sólo a un simpático y agradable hombre, sino también a una fuente para proveerse, ocultamente en las fiestas de damas de la alta sociedad alemana, de apreciadas prendas y artilugios del mercado negro. Gracias a estos contactos, Schindler vio una oportunidad de lucrarse con un negocio durante la invasión de Polonia en 1939, invasión que dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Schindler adquirió, a bajo precio, una fábrica en Cracovia: la Deutsche Emaillewaren-Fabrik. Esta fábrica, con sus instalaciones intactas, se dedicaba a la confección de ollas y utensilios de cocina en tiempos de paz, pero Schindler adaptó la producción para abastecer a la Wehrmacht con utensilios de campaña. Como la mano de obra germana resultaba cara y además escasa, resolvió negociar con el comandante del campo de trabajo de Plaszow, el capitán Amon Goeth. Desde este campo se enviaban trenes con judíos seleccionados para los campos de exterminio de Auschwitz, Treblinka y Sobibor.

Oskar Schindler.
Schindler negoció con Goeth el arrendamiento de mano de obra en judíos aptos para su negocio, seleccionando entre ellos a un contador muy habilidoso llamado Itzhak Stern. Obtuvo inicialmente unos 350 operarios judíos para trabajar allí, con la ayuda de Stern. Los judíos seleccionados trabajaban durante el día en la fábrica y por la noche volvían custodiados por guardias al campo. Adema´s del pago de arrendameinto, Schindler debía rendir un tributo oculto de los beneficios de la producción al capitán Goeth.


     La reconversión

A través de esta convivencia diaria, Schindler se fue dando cuenta de lo que significaban los relatos de las brutalidades y el destino que los nazis le daban a los judíos bajo el nombre de "reinstalación judía".

Schindler empezó a tomar gradualmente conciencia de que detrás de la explotación sistemática y esclava de lo judíos se estaba propiciando una ideología irracional hacia el judío. Su fábrica era una ventana hacia una sistemática maquinaria de exterminio masivo debido a la explotación y al trabajo duro por los que pasaban.

Después de la represión del gueto de Cracovia, de la cual Schindler fue testigo, empezó a cambiar su actitud hacia los judíos. Hábilmente negoció con el coronel Goeth judío por judío, pagándole una suma determinada de dinero para que cada uno de ellos fuera empleado en su fábrica. Los judíos eran inscritos en una lista pro Stern.

Cuando el negocio de las ollas ya no era satisfactorio con la Wehrmacht, cambió el rumbo a la producción de cápsulas y vainas de proyectiles de artillería para poder mantener en pie el flujo de caja de la fábrica y así ampliar la solicitud de mayor mano de obra, y también proseguir la salvación de judíos desde Plaszow. Schindler dio instrucciones para que una parte de las cápsulas de proyectiles de cañón tuvieran defectos de fabricación, en especial las de 88 mm y 75 mm, cuidando de que el sabotaje no resultara evidente.

Judíos polacos durante la Segunda Guerra Mundial.
Al principio puede que se sintiera muy motivado por el dinero, pero luego comenzó a proteger samaritanamente a sus trabajadores sin tener en cuenta el beneficio económico.

Schindler, gracias a su habilidad, puedo retener y proteger a los judíos de su fábrica hacia el final de la guerra y salvarlos de morir en los campos de exterminio nazis. A finales de 1944 Schindler pudo salvar a unos 1.200 judíos polacos, quedando casi en la bancarrota personal.


     Después de la guerra

El capitán Goeth fue ahorcado en el campo de Plaszow-Cracovia en 1946, tras ser juzgado por el Tribunal Supremo Nacional de Polonia, reconocido por los aliados.

El gobierno de Israel liberó de la persecución a Schindler en 1955 cuando residía en Argentina. En 1958 se separó de Emilie y regresó a Alemania en la más completa bancarrota.

En 1960, el gobierno de Israel reconoció hondamente su iniciativa salvadora para con los prisioneros de Plaszow, cuyos descendientes lo recuerdan como un ángel salvador. Fue declarado "Justo entre las naciones" por el memorial de Yad Vashem el 1 de julio de 1967, permitiéndosele plantar un árbol en la Avenida de los Justos en Jerusalén; también intentó socorrerlo económicamente una vez qeu éste retornó definitivamente a Alemania, pero rehusó amablemente y falleció en Hildesheim a la edad de 66 años, en la mayor indigencia, en 1974. Fue sepultado en el cementerio católico de Jerusalén.

domingo, 16 de junio de 2013

La crisis de 1929

El 24 de octubre de 1929, el llamado "jueves negro", se produjo la brutal caída de la bolsa de Nueva York, Wall Street. Ninguna medida fue capaz de frenar el "crack" financiero, el pánico y el caos se apoderaron de la vida económica estadounidense y también europea, porque la reacción se extendió a todo el mundo. Hasta 1932, la crisis económica se agravó en Estados Unidos: las quiebras se multiplicaron, el paro aumentó espectacularmente (1,5 millones de parados en 1929, 15 millones en 1933), la producción en la industria y en el campo se redujo hasta alcanzar las cotas más bajas, los precios descendieron hasta un 37 por ciento en Estados Unidos y un 50 por ciento en algunos países europeos, como Holanda.

La crisis de 1929.

La crisis de 1929, originada por la superproducción, que había saturado el mercado, y por la especulación de capitales, que hizo subir artificialmente las cotizaciones en la bolsa, tuvo repercusiones mundiales. Los países americanos con una economía dependiente de los Estados Unidos, a la que suministraban materias primas, sufrieron las consecuencias de la caída de los precios y de las importaciones norteamericanas. Brasil, Argentina, Chile y Venezuela, padecieron especialmente los efectos de la crisis. En Europa se produjo una caída monetaria, como consecuencia sobre todo de la anulación de los créditos que Estados Unidos proporcionaba a Alemania y Austria para que rehicieran su economía; la difícil recuperación que Europa había logrado en los últimos diez años quedó anulada.

La crisis supuso el fin de la supremacía del partido republicano, en el poder desde 1921. Las elecciones del 8 de noviembre de 1932 dieron el triunfo al candidato demócrata Franklin D. Roosevelt (1882-1945), que modificó la política económica del gobierno. El New Deal (la "nueva distribución") proponía la recuperación económica a través de un aumento de la demanda, que reactivara el mercado interior, de una planificación con ayudas estatales a la agricultura, de una legislación a favor de las mejoras sociales de los trabajadores, de una política de obras públicas... A pesar del fuerte intervencionismo estatal y del relativo éxito del New Deal, los Estados Unidos no recuperaron su antiguo nivel de desarrollo económico hasta la Segunda Guerra Mundial con el consiguiente crecimiento de las industrias bélicas.

La crisis religiosa del siglo XVI

La Reforma protestante

A comienzos del siglo XVI existía en Europa el sentimiento generalizado de que la Iglesia había perdido sus verdaderos objetivos cristianos y que era necesaria un reforma. El 31 de octubre de 1517 el monje agustino Martín Lutero fijó en la puerta de la iglesia de Wittenberg (Sajonia) sus Noventa y cinco tesis, en las que criticaba los abusos cometidos por la Iglesia, sobre todo en la práctica de las indulgencias (concesión de un beneficio espiritual a cambio de dinero). La Reforma luterana se convirtió muy pronto en un movimiento de escisión con respecto a la Iglesia católica y el Papado de Roma. Lutero defendía la doctrina de la "justificación por la fe" y el "libre examen", lo que supone confiar en la capacidad personal para establecer relación con Dios y con los textos sagrados. El papa León X excomulgó a Lutero, quien quemó públicamente la orden de excomunión (1520).

Retrato de Martín Lutero.

En 1521 la Dieta de Worms, convocada por Carlos V, condenó las doctrinas reformistas y Lutero fue desterrado; pero sus ideas se habían difundido ya por gran parte de Alemania, gracias al apoyo prestado a los reformistas por algunos príncipes y ciudades que se oponían a la autoridad imperial. En 1529 las ciudades y los príncipes luteranos firmaron una "protesta" contra las medidas represivas del Emperador, de don viene el nombre de "protestantes" que a partir de entonces recibieron, y, al cabo de 25 años de conflictos, la Paz de Augsburgo (1555) reconoció el derecho de los protestantes a practicar su religión, sentando al mismo tiempo el principio de que en cada territorio se declarara oficial la religión defendida por sus gobernantes; a partir de este momento el protestantismo se extendió rápidamente por Europa del norte y central.

Ulrico Zwinglio llevó a sus últimos extremos las doctrinas protestantes en Suiza, predicando un retorno a la austeridad del cristianismo primitivo.

El francés Calvino, el más radical de los reformadores, creó en Ginebra un foco de refugio de los protestantes perseguidos en los países católicos (España, Francia, Italia o Inglaterra durante el reinado de María Tudor). La Reforma anglicana, de características muy diferentes y propiciada por el monarca inglés, llevó a la formación de una Iglesia nacional, cuya cabeza jerárquica era el rey (Acta de Supremacía, 1533).


La Contrarreforma católica

Como reacción contra la reforma protestante se produjeron en el seno de la Iglesia y en los países defensores del catolicismo, España e Italia, sobre todo, una serie de movimientos destinados adefender la fe de Roma. Entre ellos destacaron la funddación de la Compañía de Jesús (1534) por el español Ignacio de Loyola y la celebración del Concilio de Trento (1545-1563).

El Concilio de Trento, convocado por Paulo III y apoyado por los monarcas católicos, se reunió el 15 de diciembre de 1545. Entres sesiones el concilio rebatió con gran dureza las tesis luteranas sin aceptar ninguna de las modificaciones teológicas o doctrinales defendidas por los reformadores y condenó los abusos de las jerarquías eclesiásticas. Para combatir las desviaciones heterodoxas, contó con dos eficaces armas: el Tribunal de la Santa Inquisición y el Índice o catálogo de libros cuya lectura era condenada por la Iglesia.

Concilio de Trento.
El Concilio de Trento supuso el fracaso de una política de conciliación entre católicos y protestantes y propició las luchas de religión que a lo largo del siglo se dieron en Francia y en Alemania.

lunes, 10 de junio de 2013

La colonización de Norteamérica

La colonización del sur de Norteamérica empezó en el siglo XVI: en 1565 los españoles fundaron en San Agustín (Florida) la primera ciudad. En 1585 Sir Walter Raleigh organizó una expedición al Nuevo Mundo, desembarcó en las costas de Carolina y tomó posesión de las tierras en nombre de la reina Isabel Tudor. Pero los primeros asentamientos estables no se realizaron hasta el siglo XVII. La primera colonia fundada fue la de Jamestown (1606) en la bahía de Chesapeaki. En 1620 llegaron a bordo del Mayflower 102 peregrinos, que había escapado de Inglaterra por motivos religiosos, y fundaron la colonia de Plymouth. La expedición del Mayflower, por las vicisitudes de su viaje y las dificultades que tuvieron que soportar en unas tierras sobre las que no tenían ni siquiera la concesión gubernativa, ha convertido a sus protagonistas en ejemplo de colonizadores heroicos y decididos.

Representación pictórica de los peregrinos del Mayflower.
A partir de este momento los asentamientos se multiplicaron y sus causas fueron diversas: motivos económicos y religiosos fueron los más importantes. Los ingleses buscaban en las nuevas tierras la posibilidad de montar productivas empresas comerciales y escapar de las persecuciones de la iglesia oficial. En 1629 se fundó Massachussets Bay, colonia de comerciantes y terratenientes. En 1635 el pastor protestante Roger Williams fundó Rhode Island, ejemplo, de convivencia y tolerancia. En 1632 se fundó Maryland, que se convirtió en la tierra americana de los católicos. Los cuáqueros (puritanos protestantes) se instalaron en Pennsylvania. La última de las colonias inglesas en América fue fundada en 1732 por un general filántropo, J.E. Oglethorpe, con diez mil prisioneros, para quienes consiguió la libertad, tierras, semillas y útiles de labranza.

A mediados del siglo XVIII las Trece Colonias llevaban una vida prácticamente ajena a la de la lejana metrópoli. Al mismo tiempo se fue desarrollando una profunda diferencia entre el norte, habitado por comerciantes y artesanos abiertos y de espíritu práctico, y el sur, agricultores con una concepción aristócrata, patriarcal y apegada a los valores tradicionales. Pero todos estaban unidos en su deseo de independencia.

domingo, 9 de junio de 2013

Cinco libros para la clase de Historia

Una de las mejores formas de ampliar contenidos en la clase de Historia, es con la lectura. Por ello, os ofrezco una lista de cinco libros con los que los alumnos puedan aprender más sobre diversos puntos de la Historia. 

Berlín: La caída: 1945 (Antony Beevor)

Antony Beevor reconstruye en este libro la última gran batalla europea de la Segunda Guerra Mundial y la estremecedor agonía del Tercer Reich. Con rigurosas técnicas documentales semejantes a las empleadas en Stalingado pero con mayor aliento épico y más densidad política, Beevor combina como nadie un extraordinario talento de militar e historiador con unas dotes narrativas fuera de lo común para describir tanto la complejidad de las grandes operaciones militares y la lógica de las decisiones de sus mandos como los sentimientos de la gente común atrapada en un torbellino de fuego y metralla.

Berlín: La caída: 1945. Antony Beevor

Los orígenes del pensamiento griego (Jean-Pierre Vernant)

Jean-Pierre Vernant explica en esta obra el contexto en el que se gestó el nacimeinto de la racionalidad griega y todas las transformaciones que hicieron que los griegos se desprendieran de su mentalidad religiosa, tomando una nueva orientación que condujo a la fundación de la polis y que propició el nacimiento de la filosofía. Esta nueva edición cuenta con un largo texto introductorio del autor en el que proporciona las claves de las últimas investigaciones sobre el tema.

Los orígenes del pensamiento griego. Jean-Pierre Vernant

La caída del Imperio Romano (Peter Heather)

En el año 376 de nuestra era, cuando el Imperio Romano estaba todavía en el apogeo de su poder, un grupo de refugiados germánicos llegó a la frontera del Danubio pidiendo asilo. Dos años más tarde habían derrotado y dado muerte al emperador, junto a dos tercios de su ejército, en la batalla de Adrianópolis. Cien años después, depusieron al último emperador romano de occidente y establecieron una serie de reinos bárbaros sobres las ruinas del imperio. La caída del Imperio Romano ha dado lugar a numerosas interpretaciones, la mayor parte de las cuales apuntan a sus debilidades internas, pero las investigaciones realizadas en los últimos años han cambiado esta perspectiva y el profesor Heather se basa en ellas para destacar el papel fundamental del choque externo con los pueblos germánicos que, enfrentados al imperialismo romano, se habían ido transformando hasta cobrar organización y fuerza.

La caída del Imperio Romano (Peter Heather)

El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (Fernand Braudel)

En las últimas décadas del siglo XVI, la fuerza de España se vio empujada de golpe hacia el Atlántico. Un poderoso movimiento bascular la llevaba del Mediterráneo al océano en que habría de defender su existencia amenazada. Interesarse por este juego subterráneo de causas y efectos, por esta física de la política de España, equivalí a salirse de los cuadros tradicionales de la historia diplomática y estudiar el Mediterráneo dentro de la dialéctica complejísima del espacio y del tiempo.

El Mediterráneo y el mundo mediterráneo. Fernand Braudel.

Stalingrado (Antony Beevor)

Stalingrado fue la primera y más decisiva derrota de Hitler. el autor, combinando de manera magistral su conocimiento de las realidades de la guerra con las técnicas narrativas de un gran novelista, hace una soberbia reconstrucción de aquella gesta mostrándonos, en toda su crudeza, la experiencia humana de la guerra, combinando cartas y diarios de los soldados y testimonios orales de ls civiles atrapados en la ciudad sitiada.

Stalingrado (Antony Beever)

lunes, 3 de junio de 2013

Las unificaciones italiana y alemana

El movimiento nacionalista comenzó a aparecer en Europa desde principios del siglo XIX, movimiento que estuvo presente en la mayor parte del continente europeo. Sin embargo, este tuvo especial importancia en dos naciones que estaban aún divididas, Italia y Alemania. 

Fue entonces en este siglo cuando se llevó a cabo, casi de manera paralela, el proceso de unificación en ambos países.


La unificación italiana (1870)

Tras el Congreso de Viena, Italia quedó dividida en seis Estados, dominados por Austria: reino de Cerdeña-Piamonte, reino de Nápoles y Sicilia, Estados Pontificios y ducados de Módena, Parma y Toscana. En 1848, tras el fracaso del intento de unificación en el que había participado activamente el movimiento denominado Risorgimento, que reclamaba al mismo tiempo la expulsión de los austriacos y la creación de regímenes constitucionales en la península, y del desastre de Novara (1849), el rey Víctor Manuel II de Saboya (1820-1878) convirtió el Estado de Cerdeña-Piamonte en la vanguardia del liberalismo italiano.En esta tarea contó con la eficaz ayuda de Camilo Benso, conde de Cavour (1810-1861), primer ministro desde 1852. Se mantuvo vigente la constitución de 1848, se logró una eficaz democracia parlamentaria, se desarrolló la industria y se creó una red de transportes que unía Génova al resto del continente. 

Mapa de la Unificación Italiana.

Así Cerdeña-Piamonte se convirtió en el Estado más desarrollado de Italia. Pero Cavour era consciente de que necesitaba la ayuda exterior para lograr echar de Italia a los austriacos y firmó un pacto de alianza con Napoleón III de Francia, por el que, a cambio de Saboya, Francia intervendría en caso de un ataque austriaco. Cavour provocó el ataque austriaco y un ejército franco-piamontés derrotó a los austriacos en Magenta y Solferino(1859). Por el Tratado de Zurich del mismo año, el emperador Francisco José I cedió la Lombardía a Víctor Manuel II; éste, a cambio, tuvo que ceder a Francia Niza y Saboya. El resultado de la lucha hizo que Parma, Módena, la Toscana y la Romaña pidieran su anexión a Cerdeña-Piamonte. En este momento fue decisiva la intervención de Giuseppe Garibaldi (1807-1992) que, con un ejército de mil voluntarios (los mil camisas rojas) acudió en ayuda de los sicilianos, sublevados contra los Borbones de Nápoles. Después de someter Palermo y Mesina entró triunfalmente en Nápoles el 1 de septiembre de 1860, expulsó al rey Francisco II y anexionó sus estados al reino de Víctor Manuel II. Ya sólo faltaban los estados Pontificios para completar la unidad italiana.

Principales personajes de la Unificación Italiana.

El ejército piamontés derrotó al pontificio en Castelfidardo (1860). El 14 de marzo de 1861 se proclamó el reino de Italia y el primer Parlamento italiano, reunido en Turín, designó rey a Víctor Manuel II. Roma, apoyada por los franceses, se mantuvo independiente hasta 1870, en que los ejércitos de Napoleón III abandonan la ciudad para luchar contra Austria. En julio de 1871, Víctor Manuel II estableció su residencia en Roma, declarada capital del reino. La unidad italiana se había logrado, aunque el Trentino, Carso e Istria no fueron cedidos por Austria hasta 1919, Niza y Córcega continuaron bajo el dominio francés y Malta bajo el británico. por el Tratado de Letrán de 1929 se creó un Estado pontificio, la Ciudad del Vaticano.


La unificación alemana (1871)

Por el Tratado de Viena (1815), Alemania había quedado dividida en treinta y nueve Estados, sometidos a los intereses de Austria y Prusia. El primer paso hacia la unidad fue una medida económica, la creación de una Unión Aduanera o "Zollverein", que entró en vigor el 1 de enero de 1834 y suprimió las barreras aduaneras entre 25 estados poblados por 26 millones de personas. La creación de la Zollverein fue obra de los gobernantes prusianos, que demostraron así comprender mejor que Austria los verdaderos intereses alemanes.

Mapa de la Unificación Alemana.

La unificación alemana se logró durante el reinado de Guillermo I de Prusia (1797-1888) y en ella jugó un papel decisivo su jefe de gobierno Otto von Bismarck (1815-1898) el "Canciller de Hierro". Para lograr la unión, Bismarck tuvo que convencer a los Estados alemanes católicos del sur y vencer a Dinamarca, Austria y Francia en tres guerras.
  • La guerra danesa de 1864 motivada por los ducados de Schleswig y Holstein, que formaban parte de la Confederación Germánica aunque estaban bajo el control del rey de Dinamarca.
  • La guerra contra Austria fue declarada por Prusia en 1866. En una rápida campaña que sólo duró siete semanas, los ejércitos prusianos, magníficamente reorganizado y dirigidos por el canciller Helmuth von Moltke, vencieron a los austriacos en Sadowa. Por la Paz de Praga de 1866 se disolvió la Confederación Germánica. Un año más tarde se creó la Confederación Alemana del Norte, un Estado federal con Guillermo I como rey, Bismarck como canciller, un Consejo federal (Bundesrat) y un Parlamamento (Reichstag) elegido por sufragio universal. Los Estados alemanes del sur quedaban fuera de la Confederación, aunque Prusia firmó con ellos un tratado de alianza militar.
  • La guerra con Francia (1870-1871) se veía como algo inevitable desde 1867; Napoléon III consideraba la unificación y fortalecimiento de la nación alemana como una amenaza para la política de equilibrio continental. La guerra fue una sucesión de victorias para los prusianos, que contaron con el apoyo de los Estados alemanes del sur; en cambio Francia luchó sola: Austria no intervino por temor a provocar una respuesta agresiva rusa, ni tampoco Italia por los franceses ocupaban militarmente Roma. Tras la derrota de Sedán (el 1 de septiembre de 1870), Napoleón III capituló. La noticia supuso un golpe de Estado en Francia y el fin del gobierno de Napoléon y del Segundo Imperio. El nuevo gobierno hizo frente a los prusianos, y fue sucesivamente derrotado en Orleans, Le Mans, Amiens, San Quintín, Belfort, Lisaine, hasta la capitulación de París en 1871. En enero de 1871 se firmó el armisticio: Francia entregaba Alsacia y Lorena y una fuerte endemnización de guerra. El 18 de enero, Guillermo I, rey de Prusia, fue proclamado emperador (kaiser) alemán en el Salón de los Espejos del palacio de Versalles. Se había logrado la unidad de Alemania.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Aprende Historia con la serie "Érase una vez el hombre"

¿Qué mejor manera hay de aprender algo cuando además te estás divirtiendo? Seguramente esto debió de pensar un su día su creador, el francés Albert Barillé, de la serie educativa Érase una vez. Esta serie estaba dividida a su vez en un subconjunto, repartidas por temáticas, tales como Érase una vez el Hombre, la cual narra la historia de la humanidad contada en un lenguaje simple, dirigido al público más joven, y que repasa las principales civilizaciones surgidas a lo largo de la historia del hombre.

Érase una vez el Hombre.
Este material educativo ilustrado estaba dirigido para que los más pequeños descubrieran el origen del hombre, así como los grandes acontecimientos históricos. Por tanto, es una manera perfecta de introducir a los niños con el conocimiento de la historia, una vez que éstos vayan tomando la concepción de espacio y tiempo en su cabeza.

Ya fuera en su versión televisiva o en la escrita, son una puerta de acceso al conocimiento puesta en manos de todos los jóvenes, los cuales aprenden a la vez que se divierten, ya que el desarrollo de los episodios o de los tomos, tiene un enfoque juvenil aderezado con un tono cómico, que provocará alguna que otra carcajada a los pequeños estudiantes ávidos de conocimiento.

La narración es fidedigna a lo que cuentan los historiadores, alejándose de un enfoque fantástico, siendo fiel a la verdad. A lo largo de sus 26 episodios, la serie recorre la historia de la humanidad desde los primeros homínidos hasta el siglo XX, pasando por la Grecia y la Roma clásicas, los avances del Renacimiento o la Revolución Francesa.

Érase una vez el Hombre.
Por lo tanto, es una manera perfecta de enseñar a los niños qué es la historia y cuáles fueron los principales personajes de la misma, preparándolos para, una vez en secundaria, ahondar más en profundidad en el estudio de la Historia.

lunes, 20 de mayo de 2013

Atila y los Hunos

Los hunos fueron el pueblo más temido, no sólo por los romanos, sino por los pueblos germánicos. Aunque su origen no está del todo claro, parece que los hunos de Europa eran los mismos pueblos que los chinos llamaban Hiung-nu y que en el año 375 irrumpieron en Europa. 

Los hunos se movían en hordas y su belicosidad sembró el terror entre los pueblos de Europa central. Se trasladaban de un lugar a otro llevando consigo sus "ciudades de madera", los carromatos arrastrasdos por caballos que constituían su campamento.

Su jefe Balamir cruzó el Volga y el Don, a mediados del siglo III, y sometió a los alanos, los hérulos y los ostrogodos. A comienzos del siglo V, los hunos atravesaron los Cárpatos y ocuparon las estepas del Danubio, sometiendo a los lombardos. El temor que sus correrías causaban a los pueblos germánicos, fue una de las causas de que éstos, huyendo de los hunos, invadieran el Imperio romano.

Fresco de Rafael que representa el encuentro de Atila con el papa León I el Grande.
Atila (432-453) logró unificar las tribus dispersas de hunos consiguiendo una gran fuerza. El "azote de dios" le llamaron los historiadores romanos, él mismo contribuyó a su fama de hombre feroz afirmando que "por donde él pasaba no volvía a crecer la hierba". Sin embargo, fue un buen jefe y un buen juez para su pueblo, y para otros muchos pueblos que se agruparon a su alrededor (turcos, mongoles, tribus de las estepas rusas) y se rodeó de consejeros griegos y latinos. A pesar de todas las riquezas que logró reunir, nunca abandonó la vida sencilla de un guerrero. Atila invadió el Imperio de Oriente en el año 441 y sólo se retiró tras el pago de un fuerte tributo. En el año 451 atravesó el Rin y entró en la Galia, pero fue vencido por los romanos en la batalla de los Campos Cataláunicos. En el año 452, invadió Italia y tomó varias ciudades, pero respetó Roma a cambio de un tributo ofrecido por el papa León el Grande. A su muerte, en el año 453, el imperio de los hunos volvió a dividirse en múltiples tribus y se extinguió.

La Antigua Grecia: Alejandro Magno y el Helenismo

La crisis social y política helénica coincidió con el auge de Macedonia bajo Filipo II, quien convirtió a su país en una importante potencia marítima, auxiliada por un ejército poderoso integrado por las invencibles falanges, cuerpos de infantería pesada.

Filipo atacó Grecia y conquistó las regiones del Norte. Posteriormente, con el pretexto de una "guerra sagrada" penetró hasta la Grecia central, pero los atenienses, que deseaban mantener la paz, prefirieron ignorar la amenaza de su presencia. Sólo el orador Demóstenes (384-322) animaba en sus discursos (Filípicas) a los atenienses a defenderse e incluso organizó la defensa de Atenas. Pero ya era tarde.

Filipo derrotó a los griegos en la batalla de Queronea (338) y ocupó Tebas. Todas las ciudades griegas, excepto Esparta, formaron parte de la Liga de Corinto, liga panhelénica cuyo jefe era Filipo. Esto supuso el fin de la independencia de las polis.

Fillipo murió asesinado cuando se proponía emprender, junto a los griegos, la conquista del Imperio persa.

Busto de Filipo II de Macedonia.
Su hijo Alejandro III Magno (356-323), le sucedió en el trono de Macedonia y en sus proyectos de dominio del mundo helénico. Aristóteles había sido su preceptor y Alejandro sentía una gran admiración por la cultura helénica. Puso Grecia bajo las órdenes de Antípatro, quien mantuvo el orden en las ciudades a costa de destruir su autonomía e intervenir en su gobierno.

La Asamblea de la Liga de Corinto (335) le nombró estratega de los helenos. consiguió pronto el dominio de toda Grecia, tras reprimir duramente la sublevación de las ciudades, sobre todo de Tebas; sólo Atenas fue perdonada.

En la primavera del año 334 atravesó el Helesponto junto con un ejército de 37.000 hombres, del que formaban parte soldados griegos, para enfrentarse a los persas: derrotó al ejército de Darío III Cordomano en las batallas de Gránico, Iso y Gaugamela, y arrasó Persépolis. Persia quedó así incorporada al imperio de Alejandro junto con todas las regiones mediterráneas sometidas a su dominio. La victoria sobre los persas le permitió conquistar Mesopotamia, Babilonia, parte de la Media y Siria. Penetró en Egipto, donde fundó la ciudad de Alejandría (332) y en el año 327 emprendió una expedición a la India, que hubo de interrumpir porque sus soldados se negaron a seguirle hasta el río Ganges. Murió en Babilonia en el año 323, cuando aún no había cumplido los treinta y tres años.

En menos de trece años, Alejandro Magno, el máximo genio político y estratégico del mundo antiguo, había conseguido el mayor imperio de la antigüedad.

Mapa del vasto imperio conquistado por Alejandro Magno.
A la muerte de Alejandro, Grecia sufrió las consecuencias de las luchas entre sus sucesores por el control del vasto imperio macedónico. Antígono Gonatas, fundador de la dinastía de los Antigónidas, consiguió hacerse con el poder en el 276 y gobernó Grecia con autoridad. En el año 146 Macedonia, y con ella todas las tierra helenas, se convirtieron en provincia romana.

La dominación macedónica produjo una recuperación económica, gracias a los nuevos mercados abiertos por las conquistas de Alejandro. Grecia mantuvo una cierta independencia y los macedonios, que se consideraban también helenos, se limitaron la mayoría de las veces a poner al frente de las ciudades a un epistates, o gobernador, ayudado por una guarnición militar.

Atenas siguió siendo el centro cultural del mundo helénico. El helenismo se extendió por todo el Imperio de Alejandro Magno. La cultura helenística fue el resultado de la fusión de la cultura griega con las culturas orientales del Egipto de los Lágidas y del Asia de los Seléudcidas.

Laocoonte y sus hijos.
La dominación romana fue respetuosa con los griegos, cuyos valores políticos y culturales admiraba Roma. De este modo, el helenismo, que ya se había extendido con Alejandro Magno, se universalizó a través del Imperio romano. Las tradiciones griegas y romanas unidas se convirtieron en el modelo clásico de la cultura occidental.


Materiales y técnicas de trabajo en Historia

Cómo estudiar la Historia

No debemos basar en la memoria el aprendizaje y el conocimiento de la Historia  Si se recitan acontecimientos y datos de modo aislado, sin relación entre sí y de manera poco razonada, la materia se olvidará en pocos días. ciertamente la memoria resulta muy útil para manejar ciertos datos históricos, pero el estudio de la Historia en ningún caso se puede reducir a un proceso memorístico. De modo general, es importante tener presente una serie de consideraciones:

  • Debemos estar motivados por el área de estudio  en este caso por el estudio de la Historia, y se ha de disponer de un material adecuado: un buen libro de texto, unos apuntes correctamente tomados de las explicaciones, un diccionario de términos históricos o historiográficos, un atlas histórico,...
  • La Historia solo se comprende si se entienden los procesos que motivan los acontecimientos. Importa más el estudio de las relaciones entre los acontecimientos que un conocimiento aislado de los mismos. El objetivo es poder relacionar de modo lógico los procesos históricos, enlazándolos entre sí.
De este modo, por ejemplo, se puede entender el proceso que lleva a las revoluciones liberales del siglo XIX si se vinculan con la crisis del Antiguo Régimen; y se comprenderá mejor el fascismo si se tiene en cuenta la situación económica y política de la Europa de entreguerras.

Estudio de la Historia.

Los libros de Historia

En toda asignatura la lectura de libros de texto y manuales es importante aunque estrictamente no sea imprescindible. Los criterios pedagógicos son muy diferentes en este sentido, aunque en la mayoría de los casos siempre se sugiera la utilización del libro como punto de referencia de lo que se está estudiando y como complemento a las explicaciones del profesor o profesora. Que la utilización del libro se realice de forma adecuada es un aspecto fundamental para que el estudiante pueda ampliar aspectos no tratados en profundidad, actualizar otros, leer textos relacionados con el tema, observar imágenes de la época, tablas o cuadros de datos, gráficos, mapas históricos, conocer vocabulario específico,... Por tanto siempre se ha de tener en cuenta el índice general, la introducción de cada tema, los esquemas que en él aparezcan, los cuadros - resumen y los textos que recoge. Igualmente, se deben anotar los aspectos que más llamen la atención o los que no se entiendan, y preparar preguntas precisas para realizar al profesor o profesora sobre los puntos que se consideren poco claros. Todo ello resultará de gran utilidad a la hora de estudiar cada tema.


Las clases de historia

Para estudiar adecuadamente la Historia resulta fundamental participar de manera activa en clase. Las preguntas, sugerencias, dudas o matices que se puedan plantear antes, durante o después de la explicación de un tema, no solo demuestran interés por comprender, sino madurez. además, sirven para dinamizar la clase, fomentar la participación de otros estudiantes y crear un ambiente muy positivo en el aula. Recordemos que las dudas propias suelen compartirlas otros compañeros.


Las explicaciones del profesorado en clase conllevan la toma de notas o apuntes por parte de los alumnos y alumnas. la calidad de las anotaciones dependerá de cómo explique el profesorado, aunque a quien corresponde ejercitar una buena técnica de coger apuntes - atendiendo en clase y escribiendo las ideas más importantes - es al alumno o alumna. Los apuntes no son una copia al dictado de cuanto se dice, pues, además de constituir una tarea ardua, esta práctica puede requerir mucho tiempo, aminorando así el ritmo de la clase. Para no caer en ello es necesario ejercitarse con paciencia y dedicación desde las primeras clases, en poco tiempo conseguirás tomar apuntes fluidos y útiles para el estudio de la asignatura. Las siguientes recomendaciones pueden ser útiles en ese sentido:

  • Los apuntes han de tomarse con bolígrafo y en papel blanco, así se podrá leer mejor. En cada hoja puede escribirla la fecha y el número de página, dejando al pie o en el margen algún espacio por si fuera necesario completar con alguna frase el sentido de lo que se ha escrito o incluir algún dato o aclaración posterior. 
  • Es fundamental prestar atención a la explicación, distinguiendo cada apartado del tema, pues el profesor o profesora suele delimitarlos con claridad. Esto es importante para comprender bien el contenido de la unidad. También se deben ir anotando aquellas idas en las que se insista más, pues deben ser las que tienen más relevancia del tema objeto de estudio. En todo caso, debemos distinguir lo esencial de los secundario de entre todo lo que se explica.
  • No es conveniente perder tiempo pasando a limpio los apuntes tomados en clase; deben tomarse con claridad y orden directamente. Es muy útil emplear abreviaturas que ayuden a simplificar la escritura, ya que se ahorra tiempo al escribir y se puede prestar mayor atención a la explicación.
  • Después de tomar los apuntes es necesario completarlos, si falta algo, subrayar lo fundamental y, sobre todo, realizar algún esquema con el fin de fijar los conceptos o ideas fundamentales. Si bien esto dependerá de cómo se hayan anotado, pues hay estudiantes que desarrollan más las ideas mientras que otros esquematizan directamente la explicación del tema.