Ciudad mesopotámica. |
La Mesopotamia antigua es la tierra comprendida entre los ríos Tigris y Éufrates y que en la antigüedad fue la cuna de la civilización.
Decir Mesopotamia significa decir un crisol de culturas: Sumerios, Acadios, Amorreos, Babilonia, Asiria... y dentro de cada cultura un sin fin e reyes, ciudades estado y guerras.
En la antigua Mesopotamia hubo gran variedad de pueblos, pero se pueden dividir en dos grandes grupos: los sedentarios y los nómadas. Las relaciones entre ambos grupos marcaron en gran medida la historia de toda la región de la Mesopotamia.
Los Sumerios y Acadios desarrollaron su civilización en Mesopotamia ya durante los milenios IV y III antes de Cristo. Siglos más tarde el imperio Asirio fue uno de los más fascinantes de la historia antigua, pero el apogeo de Mesopotamia no se quedó tan solo en los imperios Asirio o Babilónico. Durante la época árabe Mesopotamia fue sede del califato aunque a partir de entonces comenzó a decaer.
No solo los avances técnicos que desarrollaron los pueblos de la Mesopotamia, como la rueda, las primeras ciudades, el aprovechamiento de los recursos naturales de Mesopotamia, las matemáticas o la escritura..., sino también la cultura de la Antigua Mesopotamia ha trascendido e influenciado la actual cultura occidental europea. Estudiar la Antigua Mesopotamia es estudiar el origen de nuestra forma de pensar y vivir.
Sumeria se puede considerar como la más antigua civilización del mundo. Probablemente la cultura sumeria comenzó a forjarse en la ciudad de Uruk extendiéndose posteriormente por el resto de la Baja Mesopotamia. En esta ciudad aparece la rueda en torno al 3500 a. de C. y la escritura en torno al 3300 a. de C. Este último acontecimiento marca la transición entre la Prehistoria y la Historia.
El Imperio Acadio comienza gracias a las conquistas de Sargón de Acad el Grande que fue el primer monarca capar e unifica la Antigua Mesopotamia.
Tras un periodo oscuro resurgieron los sumerios y tras ellos las dinastía amorritas. No tardaría en comenzar el Imperio Paleobabilónico, con la llegada al poder en Babilonia de Hammurabi.
Tras un periodo marcado por las conquistas de los Hititas, la cultura Asiria se desarrolló en la región de la Antigua Mesopotamia entre el 1800 y 600 antes de Cristo. Se les conoció por su capacidad guerrera y su gran crueldad con el enemigo derrotado.
Babilonia termina derrotando a los Asirios y se desarrolla el imperio Caldeo hasta que Persia con Ciro el Grande conquista toda la Mesopotamia.
Egipto
La riqueza que aportaba el fértil limo tras las inundaciones anuales del río Nilo, junto a la ausencia de poderosos pueblos por su aislamiento, debido a que el valle del Nilo está situado entre dos amplias zonas desérticas, permitieron el desarrollo de una de las primeras y más deslumbrantes civilizaciones en la historia de la humanidad.
Los primeros pobladores de Egipto, alcanzaron las riveras del Nilo, por entonces un conglomerado de marismas y foco de paludismo, escapando de la desertización del Sahara. Las primeras comunidades hicieron habitable el país, y se estructuraron en regiones llamadas nomos. Pasado el tiempo y tras épocas de acuerdos y disputas los nomos se agruparon en dos proto-naciones, denominadas el Alto y el Bajo Egipto alrededor del año 4000 a.C.. Egipto se unifica alrededor del año 3100 a.C., desde el faraón Menes (Narmer en su nombre egipcio).
La historia del Antiguo Egipto se divide en tres imperios con periodos intermedios de conflictos internos y dominación por gobernantes extranjeros. El Imperio Antigua se caracterizó por el florecimiento de las artes y la construcción de inmensas pirámides. Durante el Imperio Medio (2050-1800 a. C.), tras una etapa de descentralización, Egipto conoció un período de esplendor en su economía. En el Imperio Nuevo (1567-1085 a. C.) la monarquía egipcia alcanzó su edad dorada conquistando a los pueblos vecinos y expandiendo sus dominios bajo la dirección de los faraones de la dinastía XVIII. La última dinastía fue derrocada por los persas en el año 341 a.C., quienes a su vez fueron reemplazados por gobernantes griegos y romanos, periodo que comenzó hacia el año 30 a. C. como resultado de la derrota de Marco Antonio en la batalla de Actium, que trajo siete siglos de paz relativa y estabilidad económica.
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