Surge un nuevo lenguaje
El tebeo o el cómic nace a finales del siglo XIX al aumentar notablemente el interés por la prensa diaria y en un tiempo en el que la imagen empezaba a afianzarse fuertemente como medio de comunicación. Nace casi al mismo tiempo que el cine y supone la eclosión de un lenguaje que, aunque vivió larvado desde la Antigüedad, es ahora cuando alcanza dimensiones de "mass-media" y categoría de arte.
El éxito de los cómics en sus inicios es enorme. Hay que tener en cuenta que el cine aún era poco más que una experiencia de física recreativa y que, por otra parte, era muy caro avanzar en las técnicas cinematográficas, mientras que en los cómics, los dibujantes contaban con el color y, además, podían crear situaciones que el cine no podía representar, teniendo un límite mucho menor que los cineastas.
Pronto el cómic creará su propio lenguaje icónico y a las originales y primitivas viñetas, todas de mismas dimensiones, con los textos en el pie de página o en dentro del texto de forma muy tímida, sustituirán viñetas de tamaños diferentes y situación. La forma de introducir los textos evolucionará y se incluirán, casi desde el principio, en globos o bocadillos. La particular forma de éstos, así como el tamaño y dibujo de las letras, constituyen, por sí solos, todo un modo de expresión independiente. El uso de onomatopeya, escritas con grandes letras, ciertos símbolos ya universalmente aceptados -como una bombilla que se enciende al surgir una idea- tienen un alcance comunicativo como casi ningún otro medio de expresión puede conseguir.
El cómic al igual que el cine, integra el tiempo y el espacio. Utiliza simultáneamente la imagen y el texto. Al ser dos partes complementarias, hacen que el trabajo del cómic suela ser sobre todo obra de dos personas: el guionista y el dibujante.
La historia del cómic
Es inevitable citar antecedentes como los murales egipcios en forma de tiras con imágenes y textos, o los retablos medievales que explicaban con el uso de las imágenes diferentes historias a la población.
Pero es el incipiente auge de la prensa diaria en el siglo XIX, la creadora del caldo de cultio para el nacimiento de los primeros cómics. Hay que recordar que los periódicos de la época contenían en algunas de sus páginas o bien caricaturas o sátiras. Así, el New York World, de Joseph Pulitzer, comienza a publicar a partir de 1893 un suplemento dominical en color, en el que el dibujante Foutcault desde 1985 relata las vivencias de Yellow Kid (niño amarillo), origen real del cómic.
Cómic de Yellow Kid (niño amarillo). |
Con respecto a los orígenes del cómic, hay que explicar que en Estados Unidos y en Europa, son bien distintos. Mientras que en los Estados Unidos el cómic están dirigidos al gran público y abarcando todos los sectores y edades de la población, en Europa aún está destinada a las clases más altas de la sociedad. Una de las razones principales de esto es que aún en estos años en Europa, la cultura por excelencia venía de la palabra escrita, propia y casi exclusiva de los estamentos sociales adinerados. Por ello, en Europa, los cómics son utilizados para cuestiones pedagógicas infantiles, cuyo formato consistía en colocar los textos debajo de las imágenes con viñetas rectangulares iguales las unas a las otras. También es cierto que en estos primeros años los intelectuales de la época aún no prestan mucha atención a los cómics.
Fuente: Vicens Vives
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