En su forma más elemental la Historia es tan antigua como los hombres. Ya antes de la aparición de la escritura los ancianos transmitían oralmente los acontecimientos del pasado de su tribu o de su pueblo. Los poemas épicos de la literatura clásica o de la literatura medieval eran también una cierta forma de Historia. Pero esta forma de hacer Historia se limitaba a simples relatos con más valores literarios que científicos.
Tampoco en el renacimiento alcanzó la Historia el valor de una ciencia social; se la seguía considerando, como lo habían hecho los antiguos griegos, "maestra de la vida", cuya misión más importante consistía en enseñar a los gobernantes cómo debían gobernar, ya que el estudio del pasado permite prever el desarrollo del futuro. El único paso importante que la historia dio en el Renacimiento consistió en separarse de la teología, de una interpretación exclusivamente religiosa de los acontecimientos.
La Historia científica no apareció hasta el siglo XVIII, el Siglo de las Luces. Fue entonces cuando surgió una actitud crítica hacia los documentos y se sintió la necesidad de comprobar su veracidad. La publicación de la obrara del italiano G. Vico, Ciencia Nueva (1725), es considerada como el punto de arranque de la historiografía moderna. Mayor importancia tuvieron los ilustrados franceses, y más concretamente Montesquieu (1689-1775) y Voltaire (1694-1778), que no se conformaron con relatar los hechos históricos, sino que pretendieron buscar sus causas.
Casi un siglo más tarde, otro francés, J. Michelet (1798-1874) dio un paso más en la definición de la historia científica, incorporando a la investigación nuevos temas de estudio, como el medio geográfico, y considerando por primera vez al pueblo como protagonista de los hechos históricos.
A mediados del siglo XIX apareció un nuevo modo de concebir los estudios históricos: el materialismo histórico, formulado por Karl Marx (1818-1883). Marx opinaba que son las circunstancias materiales en que se desarrolla la vida de las sociedades humanas las que condicionan su organización social y política y su concepción del mundo. El análisis histórico debe entrarse, por lo tanto, en el estudio de los modos de producción, de las estructuras económicas.
Al mismo tiempo que el materialismo histórico, se impuso en el siglo XIX una línea de análisis histórico completamente opuesta, el historicismo positivista, que sólo concede importancia al hecho histórico concreto, al acontecimiento, negando la necesidad de buscarle una explicación. ya a comienzos del siglo XX el historicismo se había mostrado ineficaz como instrumento para el análisis histórico, precisamente porque sólo aportaba datos sin relacionarlos ni buscar una interpretación globalizadora.
A lo largo de este siglo se han ido desarrollando distintas metodologías de investigación histórica que coinciden en un aspecto fundamental: la necesidad de integrar en el estudio histórico todos los hechos (los económicos, los sociales, los políticos, los culturales) y la necesidad de comprender y de explicar el pasado, no sólo de relatarlo.
Karl Marx. |
El espacio y el tiempo en la Historia
Todos los acontecimientos históricos tienen tres rasgos que los definen:
Tienen un protagonista. Este protagonista puede ser un hombre, una colectividad, o toda una sociedad.
Suceden en un lugar determinado. Todos los acontecimientos pueden localizarse en un espacio geográfico. Los mapas históricos nos sirven para localizar y para conocer la evolución espacial de los hechos históricos que estudiamos.
Suceden en un momento determinado, en una fecha concreta, en una época. El historiador debe datar cada hecho histórico, determinar el momento en que se produce.
A veces ese momento es una fecha que puede determinarse con todo exactitud; otras veces, cuando se trata de hechos de un pasado muy lejano, sobre todo si son anteriores a la existencia de documentos escritos, determinar la echa o la época exacta es difícil y se dan fechas aproximadas. Cada pueblo, o cada civilización, empieza a contar el tiempo histórico a partir de una fecha determinada. Esto ha dado lugar a diferentes eras históricas. La historia de Occidente se rige por la era cristiana, que empieza en el año del nacimiento de Cristo. Todos los hechos sucedidos con anterioridad se datan como sucesos a. de C. (antes de Cristo).
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