lunes, 28 de enero de 2013

La guerra colonial y el Desastre del 98 (II)


La paz. Consecuencias del conflicto.

El 10 de diciembre de 1898 se firmaba el Tratado de París, cuyas cláusulas más importantes incluían la evacuación inmediata de Cuba y de Puerto Rico, y la cesión de Guam -la mayor de las islas Marianas- como indemnización de guerra. Los norteamericanos tan solo se avinieron a pagar 20 millones de dólares en compensación por la cesión de Filipinas, pues la situación de aquellas islas había sido soslayada por el presidente norteamericano McKinley. España liquidó su imperio colonial con la venta de sus últimos reductos -las islas Marianas, las islas Carolinas y Palaos- a Alemania por 15 millones de dólares, pérdidas todas que hay que englobar dentro de un proceso de redistribución colonial que se produjo en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial y que supuso el acaparamiento, por parte de norteamericanos, ingleses, franceses y alemanes, de considerables territorios en África, Asia y Oceanía. Poco podía hacer España ante el cariz que tomaban los acontecimientos, ya que las consecuencias fueron más allá de lo estrictamente militar.

Firma del Tratado de París, en 1898.
Las pérdidas de vidas humanas se calcularon en más de 100.000 hombres, aunque la mayoría de estas muertes fueron debidas a las enfermedades tropicales, que si no mataban dejaban secuelas de por vida. En un primer momento la opinión pública se mostró comprensiva, pero con el tiempo empezaron a oírse las protestas de aquellas familias que habían perdido a sus hijos por carecer del dinero suficiente para librarlos del servicio militar. Por otro lado, aunque la guerra supuso escasas pérdidas materiales en la metrópoli, la economía española se resintió seriamente al verse privada del mercado colonial que tanto bien causaba al comercio nacional.

Una consecuencia más grave fue, quizás, la relacionada con el desprestigio del ejército, resultado directo de la derrota, a pesar del valor y la capacidad demostrada por algunos miembros a nivel individual. Era evidente que la institución castrense, pese a las impopulares quintas, los recursos materiales y los sacrificios humanos, no estaba preparada para un conflicto como el cubano. La imagen del ejército quedó seriamente dañada, hecho que traería graves consecuencias en el nuevo siglo. Además, el desastre colonial de 1898 favoreció una toma de conciencia en relación con los múltiples problemas que la Restauración, como sistema político, tenía planteados, una toma de conciencia que enlazó con un movimiento de carácter ideológico estaría presente en la sociedad española desde fines del XIX hasta mediados e la centuria siguiente, El Regeneracionismo.

Dentro del Regeneracionismo  la figura más destacada fue la de Joaquín Costa, cuya obre se orientó, primero, a constatar el retraso español frente a Europa, y segundo a buscar las razones que explicaran ese retraso. Por ello, su objetivo no fue otro que la búsqueda de soluciones que, a su juicio, solo podían encontrarse a partir de una intensa labor educativa y de una generación de riqueza en el país -el lema, "Despensa y escuela", resumía su pensamiento-. Igualmente, dentro del Regeneracionismo debemos encuadrar el movimiento intelectual y literario conocido como Generación del 98.

Joaquín Costa, principal figura del Regeneracionismo español.

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