La rica y compleja historia de los núcleos cristianos peninsulares, desde el siglo IX al XV, contribuye a comprender hechos de nuestra historia contemporánea. Durante el dilatado proceso de reconquista, los estados cristianos incorporaron nuevos territorios al núcleo inicial. De esta forma, al principio, dado que la conquista fue lenta, recordemos la ocupación de las tierras al norte del Duero y el hecho de que se favoreció su repoblación por parte de colonos, a los que se les entregaron pequeñas parcelas.
El Tajo fue repoblado con castellanos; de este modo la conquista quedaba consolidada frente a futuros ataques del Islam. Allí quedó fundada la sede episcopal y la diócesis de Toledo y se instalaron en sus tierras campesinos, soldados y comerciantes que compartieron el territorio con los mozárabes y judíos del antiguo reino de taifa que prefirieron vivir bajo el dominio de Castilla.
En periodos posteriores de la Reconquista la ocupación de tierras por colonos se hizo a un ritmo mayor, ocupando los territorios al sur del Tajo. Esta cierta urgencia en la repoblación, entre otras causas, ayudó a que los reyes entregaran tierras muy extensas a nobles e instituciones eclesiásticas. Los reyes ciertamente se aseguraban la defensa de estos espacios reconquistados frente a posibles ataques musulmanes. Sin embargo, en la zona intermedia, la repoblación también se hizo con campesinos libres -en Castilla, caballeros villanos-, que se agrupaban en los concejos de las ciudades y poseían ciertos privilegios y exenciones recogidos en fueros.
Ciudad de Toledo. |
La repoblación del valle del Guadalquivir dirigida por Fernando III, siguió unas pautas siguió unas pautas similares a las ya realizadas en otras zonas. Los grandes propietarios, los obispos y las órdenes militares recibieron extensos lotes de tierras frente a los peones que tuvieron que conformase con pequeñas parcelas. Los repobladores villanos en su mayoría procedían de las tierras del Duero, como Burgos o Valladolid, aunque también acudieron navarros y catalanes. Las tierras murcianas tras la conquista de Jaime I fueron repobladas con colonos procedentes de Aragón y Castilla.
Los ritmos en la Reconquista, la repoblación de los territorios y las grandes propiedades que fueron entregadas a al nobleza y el clero con la justificación de su mejor defensa, explican la estructura de la propiedad y tenencia de la tierra en tiempos posteriores, es decir, la existencia en determinadas zonas de España de extensos latifundios en manos de grandes terratenientes.
La prolongada presencia musulmana en la península, por su parte, explica que el feudalismo no alcanzara un auge completo. En general, la sociedad conoció un importante desarrollo de los vínculos de vasallaje y de las concesiones de tierras en beneficio de nobles, que regían los territorios en nombre del monarca, aunque la situación varió según los núcleos hispanos, ya que en los territorios orientales de la península, como Cataluña y Aragón, tuvo mayor desarrollo que en los occidentales, como Castilla y León, y en ningún caso alcanzó el grado de implantación que tuvo en el resto de Europa.
Ilustración de época medieval. |
Cuando se estabilizó el proceso de conquista, la sociedad medieval quedó conformada en tres estamentos organizados jerárquicamente: nobleza, clero y pueblo llano. Por lo demás, esta estructura social estamental no variaba sustancialmente con la de otros países europeos.
Los dos primeros constituían el grupo de los privilegiados, pues poseían grandes propiedades en el campo, estaban exentos del pago de tributos, tenían prohibido el trabajo, disfrutaban de un estatuto jurídico de privilegio y ocupaban los principales cargos de la administración y de la justicia. El tercer grupo, que aglutinaba a la mayor parte de la población, carecía de privilegios, sostenía la nación con su trabajo, mantenía a los estamentos superiores, sufría un código de justicia muy severo y pagaba los impuestos.
Por tanto, la sociedad se organizaba piramidalmente y estaba basada en las relaciones feudo-vasalláticas: rey, nobleza alta, media y baja, y pueblo llano. El clero también se organizaba de modo jerárquico en relación con el poder económico y religioso de los cargos eclesiásticos de obispos y abades a curas de aldeas, cuya ida no era muy diferente de la de los villanos entre los que vivían.
La pirámide social y las concesiones de tierras a los estamentos privilegiados por parte de los reyes eran la expresión del concepto patrimonial del Estado, es decir, de la confusión entre la propiedad del estado y la del propio monarca. De ahí se derivaban las donaciones reales y también las uniones de los reinos por matrimonios reales, como el caso del reino de Aragón y el condado de Barcelona, y sus divisiones a causa de las herencias, como es el caso de Castilla y Portugal.
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