Para
realizar la exposición de la educación española hace 50 años y,
particularmente, cómo era en mi localidad natal, Casas de Don Pedro, me he
basado en la experiencia de Juan Guillermo Rodríguez Cano, Administrativo del
Ayuntamiento ejerciendo las funciones de Director de la Biblioteca Pública
Municipal “Espronceda” y de la Universidad Popular “Fray Francisco de las Casas”, de 56 años de edad.
En
la época en que este vecino inició su, digamos, “andadura académica”, allá por
el año 1960, (luego vendrá la explicación a esta temprana edad, aunque no tan
temprana teniendo en cuenta que actualmente a los 12 meses ya están en los
Centros de Educación Infantil, vulgo “guarderías”) existía la enseñanza de
párvulos, llamados comúnmente “parvulitos” y coloquialmente “escuela de los
cagones”, que iba de los 4 a los 6 años y que, en esencia, se podía catalogar
como las actuales guarderías, (o Centros de Educación Infantil), ya que no
había obligación alguna de asistir. Simplemente, y debido a la estructura
económica de la población, los días en que ambos componentes de un matrimonio
debían dedicarse a las labores de la agricultura o la ganadería, (fuentes de
las que antes, ahora y, salvo milagro, en un futuro, se sustenta la población),
reitero que en épocas de recolección, sobre todo en invierno con la aceituna,
los niños pasaban la jornada en el Colegio de los Parvulitos, que en nuestra
población estaba ubicado en el edificio de la Casa del Pueblo, en la Plaza de
San Sebastián, y estaba regido por el Arzobispado de Toledo, ya que en la
posguerra dicho inmueble, construido por todos los vecinos durante la II
República, pasó, como tantos otros en las mismas o parecidas circunstancias, a
depender de la Iglesia, y, por ende, era dirigido por monjas.
Escuela española durante el franquismo. |
En
este lugar y en ese entorno, se pasaban los dos primeros años, (de los 4 a los
6). El
año en que se cumplían los 6, se pasaba a la ENSEÑANZA PRIMARIA, que constaba
de 8 cursos, (o sea, de los 6 a los 14 años, en que terminaba la obligación de
asistir), aunque, realmente, esa obligación era un poco ficticia ya que
muchísimos compañeros suyos, por obligaciones de trabajo de sus padres, por su
poca afición al estudio, o por otras razones, (como entrar de aprendices con 11
ó 12 años en una tienda, en una carpintería, bar, etc.) decidían no volver,
aunque la mayoría seguía, en clases particulares, con los estudios, aunque
fueran mínimos, para poder hacer, a los 14 años, el examen para obtener el
CERTIFICADO DE ESCOLARIDAD, (ahora llamado GRADUADO ESCOLAR).
Las
faltas a clase no eran ya, dijéramos, costumbre, sino generalizadas y había
alumnos que, paradójicamente, finalizaban siempre el curso con unas notas más
que aceptables, acudían a clase los dos últimos meses del año lectivo, ya que
el resto del tiempo preferían, ora por obligación, ora por su poquita afición a
los libros, estar en el campo con el ganado de su familia o, en épocas de
recolección, ayudando a sus padres.
En
principio, (hablamos de los años 61, 62 y 63, dado que el número de vecinos de
la villa era muy numeroso y el índice de natalidad bastante elevado), y dado
que, aunque existían dos Colegios Públicos, “Donoso Cortés”, donde se ubica el
actual, (“Virgen de los Remedios”), en el llamado “Corral del Concejo”, y
“Nuestra Señora de Guadalupe”, en lo que al día de hoy es el Parque Público
Municipal, en la Carretera de Talarrubias, amén de edificios públicos y hasta
privados que albergaban los distintos cursos, (recuerdo la escuela de “Las
Palomas” en la calle La Cruz, la de la Zamora, la de la señorita Ambrosia, la
de la iglesia, que era un “tabuco” ubicado encima de la actual sacristía donde
en unos pocos metros cuadrados convivíamos, (o, al menos, lo intentábamos),
convivir 30 alumnos, que era la media general de cada profesor.
Continuando con la Enseñanza Primaria, ésta iba desde los
6 a los 14 años, edad en que dejaba de ser obligatoria, o sea, 8 cursos, al
final de los cuales se efectuaba un examen en el que se obtenía el antes
mencionado CERTIFICADO DE ESCOLARIDAD, equiparable, como antes digo, al actual
GRADUADO ESCOLAR.
El
sistema de enseñanza, al menos en el entorno en el que el informante se movía,
no tenía, como alguno pueda pensar, tintes políticos ni “afectos al Régimen”,
(la época de posguerra estaba ya felizmente superada por la mayoría de la
gente) y, salvo contadas excepciones, los maestros se limitaban a impartir las
materias contenidas en cada una de las asignaturas sin que me conste que, ni en
mi caso ni cercano a mí, hubiera ninguna alusión a la contienda.
Ni
que decir tiene que una de las asignaturas más importantes era la Religión y,
diariamente, al comenzar las clases, se rezaba un Padrenuestro en clase. Era,
también, obligatoria la asistencia a la misa de cada domingo.
La
distribución del alumnado era por separado, (de hecho los alumnos varones
estaban en el “Donoso Cortés” y las niñas en el “Virgen de Guadalupe”), aunque
las asignaturas eran comunes, exceptuando la de FEN, (Formación del Espíritu
Nacional, que se podría equiparar a la actual Educación para la Ciudadanía
actual, aunque con distintos matices, claro), que solamente se impartía para
los niños, y la de LABORES que, obviamente, era solo para las niñas.
Escuela franquista española. |
Durante
la Enseñanza Primaria, al cumplir los 10 años, (es decir, cursando 4º curso),
por la Inspección Provincial de Educación, se elegía a los alumnos de esa edad
que, por su expediente académico, se consideraba tenían capacidad para pasar
directamente al Bachillerato, para lo cual se presentaban a un examen que se
celebraba en el Instituto de Herrera del Duque. De superar este examen, se
pasaba al Instituto en las condiciones que luego se expondrán. Hay que señalar
que esto era solo una vez para el alumno, por lo que el que no lo superaba no
podía volver a presentarse y finalizar la Enseñanza Primaria.
Como
decía, los que superaban el susodicho examen pasaban a cursar el Bachillerato
que constaba de los siguientes cursos: INGRESO,
1º, 2º, 3º Y 4º.
Es
lo que se denominaba BACHILLER ELEMENTAL, que se daba por aprobado y finalizado
una vez superada la REVALIDA DE 4º, examen que era un compendio de los cursos
anteriores, comprendiendo cuestiones y preguntas de cualquiera de los cursos.
Al
finalizar, y aprobar, claro, el Bachiller Elemental, se planteaba a los alumnos
la disyuntiva de elegir entre las dos ramas existentes en los Planes de
Enseñanza, de acuerdo con sus aficiones y su capacidad:
CIENCIAS,
que comprendía, si mal no recuerda:
-
MATEMÁTICAS.
-
FÍSICA
-
QUIMICA.
-
TECNOLOGÍA
y TALLERES.
Y
la otra rama, que era la de
LETRAS,
cuyas materias exclusivas eran las de
-
LITERATURA
-
FRANCÉS.
-
LATÍN.
-
GRIEGO.
-
HISTORIA
DEL ARTE.
Las
materias comunes a ambas eran las de Educación Física, Geografía,
Historia y Religión.
Sobre
el sistema de puntuaciones y exámenes, se realizaban dos trimestrales, en
Diciembre y en Marzo y los exámenes finales, y para superar un curso, tanto en
Enseñanza Primaria como en el Bachillerato, era condición indispensable superar
todas y cada una de las asignaturas, si bien, con tres suspensos se podía pasar
de curso, aunque al año siguiente había que examinarse del curso siguiente y
las asignaturas pendientes del anterior. Si el número de suspensos era superior
a tres, no se pasaba de curso, aunque únicamente era obligatorio cursar las
materias suspensas.
Algo diferente de aquella época era la designación, por así
decirlo, de los profesores. Mientras que actualmente los profesores de un
colegio específico vienen de diversas partes de la geografía autonómica, al
menos en los públicos, entonces era muy común que la gran mayoría de los
profesores fuesen de la misma localidad. Cómo él me cuenta, esto podría ser
debido sobre todo a preferencia y al hecho de que en aquel entonces no había
las facilidades de transporte que hay hoy en día. Actualmente casi todo el mundo
posee un coche, sin embargo antes no, por lo que no se podían hacer grandes
desplazamientos, primando así que un profesor fuese de la localidad en la que
impartía la docencia.
Recreación de una escuela española del franquismo. |
Este impedimento de viajar diariamente
contribuyo, por así decirlo, a aliviar las escaseces económicas de varias
familias de la localidad. Esto fue así debido a que Casas de don Pedro era la
única localidad en km con instituto, por lo que alumnos de los pueblos vecinos
debían estudiar aquí y hospedarse en dicha localidad. Así, eran muchos los que
vivían a cambio de una renta con familias que tuvieran habitaciones libres en
el pueblo.
Con respecto a los ratos libres de estudio
y a lo que los alumnos se dedicaban en esos momentos para pasar el rato, dada la carencia casi
total de juguetes, (no se habían inventando las gameboys o como se llamen y
mucho menos internet), los muchachos se rompían la cabeza, y algunas cosas más,
practicando juegos que por desgracia, se han perdido, léase, EL MARRO, EL
CORROCINTO, EL CINTOCORRÌO, LA JURRIA, LAS VENTANAS, LA CALVA, EL TANGO, LAS
MONAS, (después los puristas de la lengua lo llamaron peonza), LOS PLATILLOS,
(chapas de botellas que recogíamos en los bares), LOS BOLINDRES, etc.
En resumen que, ante la falta de juguetes
tan sofisticados como hay ahora, existía más comunicación, mas contacto y
también más peleas, (que duraban lo que dolía el chichón, luego tan amigos como
antes), entre los alumnos, aspecto que, personalmente y desde la atalaya de su
edad, echa de menos, ya que observa un distanciamiento que, a su leal saber y
entender no considera ni mucho menos conveniente para la relación personal, no
ya en el periodo escolar sino, en etapas futuras de la vida de las personas.
En
la época a la que nos referimos, la población era muchísimo más numerosa que en
la actualidad, pues no se había producido el éxodo masivo que se produjo de los
pueblos agrícolas como el nuestro a las capitales, y si ahora el pueblo cuenta
con apenas 1.700 habitantes, en el año 1962, en que comenzó la emigración, se
llegaron a alcanzar los 5.182, (cifra máxima), que fue descendiendo súbitamente
por la emigración aludida, (hubo años en que se produjeron 800 y hasta 900
bajas en el padrón en solo 12 meses).
Este
es, a grandes rasgos y basado en vivencias personales, el sistema de enseñanza
que a él le tocó vivir. No me corresponde a mí, ni estoy capacitado para ello,
entrar en los pros y los contras de la anterior y la actual, dado que la
situación de la sociedad es totalmente distinta en todos los aspectos, aunque
he de destacar, a título personal, que las materias se cursaban más en
profundidad, (obviamente, la actual la conozco de oídas, pero me da la
impresión de que se generaliza más) y, reiterando lo anterior en cuanto a la
situación socio-económica, “lo que decía el maestro iba a misa”, ya que
existía, unos dirán que por temor, otros que por respeto, una obediencia total
a la figura del maestro.
Autor: Jose Luis López Ruiz
Autor: Jose Luis López Ruiz
I like your web ;)
ResponderEliminarThank you very much.
EliminarHello, my name is JEFF!!!
ResponderEliminarhOW ARE YOU????????
me encanta hice un trabajo de las escuelas del franquismo y me pusieron un 10
ResponderEliminarLa peor experiencia , de la que fui consciente con tan solo 9 años, fue saber que en mi colegio había un grupo aparte del que yo estaba. Tenían las clases, la Capilla, el comedor, etc., en otro lugar que nunca llegué a conocer. Tampoco tenían el autobús para recogerlas y devolverlas a casa.
ResponderEliminarEran como un grupo fantasma. Se trataba del de "niñas pobres"...
Alguna vez las vimos fregando suelos. Pensaba que las habrían castigado...
Era un colegio de monjas. El Colegio Gamarra, de Málaga.
Aún me avergüenzo al recordar aquel día, que pedía permiso para ir al servicio y la monja Madre María, no me lo daba.
Llegó un momento que no pude aguantar y antes de hacerme pipí encima, me agaché y lo hice...
La monja se enteró y salió de la clase muy enojada.
Volvió con una niña que se puso a limpiarlo. Quise hacerlo yo, pero la monja me lo impidió...
Recordé a las que había visto fregando suelos...
Parece que les daban clases a cambio de usarlas como criadas.
Muy poca bondad por parte de las monjas. Aquel colegio obligaba a nuestros padres a comprar todo el equipamiento del uniforme a ellas, que lo cofeccionaban en taller propio, a excepción de los zapatos. O sea que tenían buenos ingresos.
¡Usureras!...