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miércoles, 24 de octubre de 2012

Origen de varias expresiones populares

"A buenas horas mangas verdes", "quien fue a Sevilla, perdió su silla"... son algunas de las muchas expresiones que hemos introducido en nuestro vocabulario popular para explicar distintas situaciones o acciones, pero que, seguramente, nunca nos hayamos parado a pensar de donde provienen. Pues bien, he aquí el origen de algunas de ellas.

Irse por los cerros de Úbeda

Esta expresión se usa cuando alguien interviene en una conversación con algo que nada tiene que ver con el tema del que se está hablando, ya sea por evitar el tema o por empezar a divagar.

De las distintas opciones barajadas sobre el origen de la misma, la más aceptada cuenta la historia de la expulsión de los Almohades de la ciudad de Úbeda en 1233. Pues bien, parece ser que Álvar Fáñez el Mozo, capitán del rey Fernando III el Santo, desapareció antes de comenzar la batalla para acudir a una cita con una moza a la misma hora de que comenzara el combate. A su regreso, una vez la ciudad se había conquistado, el Rey le preguntó que donde había estado cuando se estaba produciendo el combate, a lo que Álvar contestó que "por los cerros de Úbeda". Desde entonces la expresión se asoció a "irse por las ramas".


A buenas horas mangas verdes

Se utiliza cuando alguien llega demasiado tarde o cuando su presencia ya no es necesaria.

Su origen está en la creación de la Santa Hermandad en tiempos de Enrique IV de Castilla y de los Reyes Católicos, hermandad que pretendía asegurar el cumplimiento de la ley en poblados y caminos para garantizar el orden público, persiguiendo, juzgando y castigando a los delincuentes.  

Este cuerpo fue muy eficaz en los primeros años de su creación, castigando fuertemente a los delincuentes y favoreciendo la autoridad central de la realeza al hacer que la nobleza perdiera gran parte de su inmenso poder e influencia. Sin embargo, diversos autores afirman que fue cediendo en disciplina y eficacia, por diversas razones: resultar escasa para Ejército permanente pero excesiva para cuerpo de seguridad; suponer una carga económica para los pueblos;  y el emplear cada vez más frecuentemente al ejército regular en misiones de orden público. Se cuenta que los mangas verdes (conocidos así ya que poseían las mangas de la camisa de este color) no llegaban nunca a tiempo, que los crímenes quedaban impunes o que los propios aldeanos se las componían para dar solución a sus problemas, relegando la labor de la hermandad a ser innecesaria cuando llegaban a lugar de los sucesos. De ahí, que el pueblo acuñaría la expresión "¡A buenas horas, mangas verdes!".



Quien fue a Sevilla, perdió su silla

Esta expresión se utiliza para justificar la pérdida de alguna propiedad o derecho por la simple razón de haberlo abandonado momentáneamente.

La tradición remonta su origen al reinado de Enrique IV, en el siglo XV, cuando fue nombrado arzobispo de Santiago de Compostela un sobrino de Don Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla. En aquellos tiempos el reino de Galicia estaba muy alborotado, y el sobrino pidió ayuda a su tío para para poder tomar posesión de la sede episcopal.

Don Alonso de Fonseca accedió en ayudar a su sobrino, quedando convenido en que éste se quedaría a cargo del arzobispado de Sevilla mientras su tío iba a Galicia a pacificar la situación. Una vez que don Alonso restableció la paz, volvió a Sevilla para recuperar su cargo, pero se encontró con la desagradable sorpresa de que su sobrino se negó a devolverle la silla arzobispal hispalense.

Se creó un gran revuelo a raíz de este enfrentamiento, siendo necesarios un mandamiento del Papa y la intervención del monarca con el uso de su fuerza para restablecer a don Alonso en su antiguo cargo.

Si esto fue así, se deduce que la ausencia perjudica no al que e fue a Sevilla, sino al que se fue de ella, por lo que debería decirse "Quien se fue de Sevilla, perdió su silla", aunque sin embargo con el paso del tiempo se cambió el significado en la expresión.

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