jueves, 7 de febrero de 2013

Análisis de "El David" de Miguel Ángel

El David es la obra en la que se exhibe de manera más clara el genio escultórico de Miguel Ángel.

El David, de Miguel Ángel.
La escultura fue comenzada cuando el artista tenía 26 años; es por tanto una obra juvenil. Tras una estancia de cinco años en Roma, donde ha esculpido su maravillosa Pietá del Vaticano, Miguel Ángel retorna a Florencia y esculpe, entre otras obras, su Virgen con el Niño de Brujas, dos relieves en forma de tondo con el mismo tema, un David de bronce, perdido, y el gigantesco que la República florentina le solicita.

El primer problema que le plantea el encargo es el tamaño. El escultor se inclinaba hacia las figuras colosales, con mayor motivo en este caso, una estatua que se desea símbolo de una ciudad y que ha de situarse en un pedestal en sitio público, requería un bloque de mármol de proporciones enormes. En esta ocasión disponía de un magnífico bloque de mármol que se encontraba en el patio de obras de la catedral desde hacía cuarenta años cuando el gremio de tejedores la lana había encargado una estatua del profeta, que un escultor no había sido capa de cumplir.

Miguel Ángel se siente inspirado ante aquel bloque interminable, pero su forma alargada y estrecha le obliga a hacer una obra casi plana, en la que no puede permitirse ninguna contorsión. En comparación con la riqueza de planos del Moisés, que labra muchos años después, el David está concebido como la figura de un relieve. La sabiduría del escultor radica en haber sabido concentrar en una figura sin formas centrífugas  de miembros que se contienen en torno al tronco, toda la tensión dinámica de un cuerpo vigoroso. Sólo mirándolo de flanco se perciben las dificultades que el artista tuvo que vencer, al verse obligado, ante el sutil espesor del bloque, a desarrollar una visión frontal.

El enorme atleta desnudo rompe además con la iconografía tradicional, en la que se representaba a David como una figura pequeña, con frecuencia todavía adolescente. No puede entenderse esta obra si se prescinde de los que significa la estatuaria griega, los atletas de Policleto y Lisipo especialmente, aunque este canto insuperable a la belleza corporal tenga raíces más diversas; probablemente acierta Papini cuando escribe que Miguel Ángel fue la reencarnación de Fidias.

Los rasgos del arte miguelangelesco son fácilmente perceptibles, pero la angostura del bloque ha obligado a concentrarlos de una manera peculiar. En primer lugar la terribilitá, el carácter terrible, amenazador, de sus gigantes que adoptan gestos dramáticos. La figura de casi cuatro metros y medio de altura está en tensión, la pierna derecha en que se apoya, el pie izquierdo que se aleja, la mano con la honda, el codo doblado, el cuello que gira... ni un solo miembro se encuentra distendido o estático; no obstante se rompe cualquier sensación simétrica (equilibradora) con una mayor tensión del brazo y pierna izquierda. El movimiento contenido, centrípeto, con líneas de fuerza que retornan hacia el bloque, a diferencia del movimiento centrífugo del Barroco, es evidente sobre todo en las manos, una casi unida al hombre, otra apoyada en el muslo. El detalle de la cabeza nos permite percibir la pasión el rostros, con su intensa sensación de vid interior  de figura que respira, casi jadeante, a la expectativa de u acontecimiento culminante. Es la misma expresión fuerte, patética, del Moisés, del Esclavo, del Pensieroso...

Busto del David, de Miguel Ángel.
En otro sentido la perfección anatómica de los miembros retrata uno de los modelos ideales del cuerpo humano. Pero Miguel Ángel no reduce la anatomía a un sistema armónico de formas; un tratadista del siglo XIX, Cicognara, pone de de relieve que conocidas las formas orgánicas de la construcción de los cuerpos y el mecanismo de sus movimientos, y ponderadas las leyes de la óptica y la perspectiva, el genio florentino rompe los cánones y busca las formas ardorosas. En efecto, en diferentes momentos se antepone la forma expresiva a ala correcta; así resulta excesivamente grande, pero muy poderosa, la mano apoyada en el muslo.

Finalmente la musculatura en tensión, los tendones vibrantes, las venas y el rizado de la superficie, que dan la sensación de la vida bullente, circulando por la piel de la escultura, adquieren una suprema realidad. Aunque el futurista Umberto Boccioni escribió que "en Miguel Ángel, el cuerpo es casi arquitectura", lo cierto es que el escultor parece preferir la vida a la arquitectura y subraya fuertemente músculos y arterias bajo la piel, con un delicadísimo modelado en el que el mármol se riza y transparente los huesos y adquiere una apariencia blanda y flexible. Nunca se había tratado con tal eficacia una materia  dura y geométrica.

Se ha considerado el David como un símbolo de la libertad, al menos eso deseaban los regidores florentinos que le encargaron la obra. Algún tratadista ha considerado que representa la fortaleza, en el cuerpo robusto, y la ira, en el rostro apasionado. Todas la interpretaciones son válidas, porque en definitiva todas confluyen en reconocer en el maravilloso bloque de mármol de Carrara un paradigma del hombre renacentista, de la belleza de la anatomía humana y de los sentimientos de pasión y piedad que se pueden esconder bajo un gesto terrible.

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6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. que cosa es algo feo el rey david es muy bonito
      y gracias por esto

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  2. Fantástica explicación, y coincide con lo que mismo estudié y estudio de Miguel Angel, mis sinceras felicitaciones.

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  3. Muy buena, me gusto mucho en la forma en que lo explica y puede sentir lo que quisiste expresar mientras el artista estaba desarrollando la obra.

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  4. ya te lo compensaremos
    solo deja tu email aqui y tu numero de telefono

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